Que fácil es hablar sin saber. Atacar sin esperar ser atacado.
Que fácil sería darle a un botón y olvidar todo aquello que nos hace sufrir. Pero la vida no es así. La vida no consiste en salir a la calle y sonreír cuando no tienes ganas, o estar con gente con la que no te sientes cómodo. La vida consiste en vivirla, y cada uno lo hace a su manera.
No se puede esperar cagarla y desear que no afecte a los demás. No se puede cultivar semillas podridas y no esperar los frutos podridos también. No se llama rencor, se llama dolor. Y a veces el agujero que causa es irreparable.